miércoles, 22 de mayo de 2024

Un trabajo serio: reflexiones en torno a “Los buenos profesores”

 A los que nos gusta el cine y la educación estamos este año 2024 de enhorabuena. Y es que en lo que llevamos de año se han estrenado un buen número de películas. Películas que, si bien son de 2023, es ahora cuando nos han llegado: El maestro que prometió el mar (España, 2023), Radical (México, 2023), Sala de Profesores (Alemania, 2023), María Montessori (Francia, 2023) y la recientemente estrenada, Los buenos profesores (Francia, 2023). 

“Los buenos profesores”, habla como no podía ser de otra forma de profesores. Son profesores de secundaria, de un instituto público del extrarradio de París. Profesor: un trabajo serio, que se corresponde con la traducción literal de su título original: “Un métier sérieux”. Y ciertamente es así, pues en la película apenas se incide sobre los estudiantes ni tampoco lo hace sobre el sistema ni el resto de la comunidad educativa. Pero tampoco lo necesita, pues con atender a la realidad de un pequeño grupo de profesores, ya le da motivos suficientes al director Thomas Lilti para componer una película coral que básicamente empieza con el inicio de un curso escolar y termina con el inicio del siguiente.

Si bien esto puede suponer un hándicap que haga que el público que realmente la disfrute y valore sea el profesorado de secundaria, esta película puede y debe ser vista por cualquier persona, incluso aquellas que no tengan ninguna relación directa con la educación. Tanto estudiantes como padres, madres y demás personas, podrán ver en este film como los docentes son también personas, humanos al fin y al cabo, con sus virtudes y sus defectos, con sus filias y fobias, y con sus familias o ausencia de estas.

Tampoco encontramos en su metraje demasiadas referencias a la metodología, ni a la pedagogía utilizada en las clases, y sí hay una mayor incidencia en las relaciones sociales, en los entresijos habituales tanto profesionales como personales de estos “buenos profesores”.

El miércoles pasado, en el preestreno de este film en los cines ABC de Gandía promovido por Cero en Conducta y Filmax, y con una sala llena en su mayoría de docentes de secundaria; la película llegó a crear una complicidad con todos los allí presentes, que pocas veces he visto en un pase cinematográfico. En determinadas escenas se conseguía arrancar la risa cómplice de aquellos docentes presentes en la sala que en más de una ocasión se vieron reflejados en alguna de las anécdotas o situaciones que les ocurrían a los personajes. Y también esos silencios dramáticos ante los diferentes problemas, familiares o académicos, que iban discurriendo por la pantalla, y que, si bien no necesariamente nos hemos visto en alguna situación semejante, sí conocemos casos de otras personas (como decía antes, no necesariamente docentes) que han pasado por ahí. En definitiva, este film refleja muy bien la realidad de una profesión y de unas personas, que al fin y al cabo, somos también humanos, y viene muy bien a unos para ver que lo que nos pasa no es algo aislado que nos haya pasado únicamente a nosotros; y a otros para empatizar con la profesión del docente, ver las dificultades y los buenos momentos, que también los hay, por los que se pasa, y como siempre (aquí no vale decir, en algunas ocasiones), el oficio se lleva a casa y son los tuyos quienes van a tener que aguantarte y soportarte ese tiempo extra que sigues ejerciendo de profesor en tu casa o fuera de ella, pero lejos del centro y del aula. 

Desde la profesión, y más en este país, siempre se ha enjuiciado y con lupa, toda aquella ficción que se ha dado sobre la educación. Si bien en España no se prodigan demasiado las películas con temática educativa y menos aún ambientadas en una época actual, el cine francés, por el contrario, es muy prolífico en estas lides. Y si tienen una gran virtud a destacar, esta es precisamente que reproducen a la perfección una realidad como es la educativa, y esta no resulta caricaturesca. Bien sea con actores desconocidos o incluso con docentes y estudiantes reales (que no son actores), o bien con actores consolidados como es este el caso. Nadie puede decir en esta ocasión que los papeles que interpretan los actores del reparto de “Los buenos profesores” sean poco creíbles, o que relaten situaciones irreales o que no se dan nunca en un centro educativo. Podríamos decir que la película es como si se hubiese rodado en un centro educativo cualquiera, sin que docentes y estudiantes fuesen conscientes de ello. Recuerda por momentos a otras grandes películas francesas sobre educación: Los profesores de Saint-Denis (2019) y Hoy empieza todo (1999). En la primera, aunque la mirada en esta película es diferente, estamos también en la realidad de la etapa de secundaria. En la segunda, si bien aquí se habla de educación infantil y sí se tiene presente a toda la comunidad educativa como protagonista, la descripción y la trama en torno al director y resto de maestras, le confiere muchas similitudes con Los buenos profesores.

Ha sido un placer poder disfrutar del veterano actor François Cluzet y a la vez del joven (ya no promesa sino actor consolidado) Vincent Lacoste. El primero, lejos de ese increíble papel que interpretó en Intocable (2011), interpreta aquí el rol de profesor veterano desfasado y de clases aburridas, pero que a su vez es querido tanto por estudiantes como por el resto de docentes, dado que ejerce como si fuera padre de todos ellos. Se trata pues de un buen profesor, de esos de los que dejan huella, de los que recuerdas. A su vez, es padre y esposo, pero precisamente es en su casa donde tiene estos roles como asignaturas pendientes. Como decíamos anteriormente, un docente, difícilmente es capaz de dejar su profesión cuando deja el centro y se la sigue llevando a su casa, donde, por la confianza, es su entorno quien carga con sus momentos de desesperación, con sus inquietudes y sus problemas.

Por otro lado, Vincent Lacoste, interpreta el joven profesor novato que está en docencia por rebote y que poco a poco irá encontrando su vocación, a pesar de que no es lo que esperaba su padre de él, y tendrá que enfrentarse no sólo con su inexperiencia como docente sino también con sus valores, sus principios y los sentimientos contrapuestos que, en el día a día de un docente de secundaria de nuestros tiempos, son más que habituales.

Es cierto que esta película invita a la reflexión, al coloquio, y a un análisis posterior, del que el público del pasado miércoles en los cines ABC de Gandía nos quedamos con las ganas. Pero principalmente este film es muy interesante para que sea descubierto por toda la comunidad educativa y que más allá de esa reflexión y análisis, lleve a toda persona que la vea a profundizar en otros muchos más aspectos como son el empleo del lenguaje cinematográfico que se hace en la película, a promover el pensamiento crítico, y a empatizar y analizar ética y moralmente la situación real, tanto la mostrada en la película como la que se vive en nuestras aulas. 

Ahora más que nunca, y aprovechando la excelente oportunidad que nos están dando estas producciones recientes sobre cine y educación, es más necesario que nunca reclamar una mayor atención en las aulas al cine, a su lenguaje y a su excelencia como recurso didáctico y pedagógico. Más cine y educación, más cine en las aulas, más cine por favor.


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