Primera ley de la dinámica docente o ley de
la inercia
Todo docente persevera en su estado de
reposo o costumbrismo uniforme, a no ser que sea motivado a cambiar su estado
por fuerzas impresas sobre él.
Seguimos
encontrando muchos docentes que siguen impartiendo sus clases de forma
magistral, explicaciones y exposiciones interminables, basadas o fundamentadas
en libros de texto, en los apuntes de la facultad o escuela y con una dinámica
de clases basada en siempre lo mismo: subrayar tal y tal página y hacer los
ejercicios 1, 2, 3, 4 y 5 de la página tal del libro.
Se
recurre a lo fácil, a lo que se ha hecho toda la vida, a como se nos ha dado
clase a nosotros, entrando en un dinamismo, aunque mejor dicho costumbrismo,
que conduce en los tiempos que corren al ostracismo de nuestros alumnos. A que
nuestros alumnos se aburran en clase, no tengan ganas de venir al centro, de
asistir a nuestras clases, no quieran aprender. Los tiempos han cambiado, la
sociedad, la ciencia, la tecnología, la manera de aprender y con ello la de
enseñar, ha cambiado. No podemos seguir haciendo lo mismo que hace cincuenta,
cien, años.
Una
fuerza mayor como:
- el notar que nuestros alumnos no están contentos en clase, que no vienen a gusto, que bostezan o que ponen cara de aburrirse soberanamente en nuestras clases,…
- un elevado número de suspensos entre nuestros alumnos en nuestra asignatura,
- quejas y toques de atención que nos llegan bien desde las familias, bien desde la dirección del centro o bien desde otros compañeros,
- ese sentimiento de rabia porqué nuestros alumnos se lo pasan mejor y sacan mejores notas con otro docente que también los tiene y que aunque queramos justificarnos, no hay más que reconocer que con ese otro docente aprenden más y mejor que con nosotros,
- ese sentimiento que puede aparecer en alguno de nosotros de no sentirnos a gusto con lo que estamos haciendo, sabedores de que podemos hacerlo mucho mejor, de que podemos investigar o experimentar otras formas posibles de hacer las cosas y que con ellas vamos a poder sentirnos mejor
- una lectura que invite a la reflexión, un curso o una formación de calidad que invite al cambio, una charla o ponencia de algún pedagogo, investigador o conocedor de la realidad que se vive en el aula en nuestros días, una serie de informaciones que nos lleguen por diferentes canales y medios,
- …
Se
hace necesario que el docente deje de lado ese estado de reposo o de
costumbrismo de hacer siempre lo mismo y sin buenos resultados. Por lo que se
hace imprescindible la aparición de fuerzas que provoquen un cambio.
Adaptada a partir de: https://www.flickr.com/photos/kwl/3323128756/ |
Segunda ley o ley del cambio
El cambio en el docente es proporcional a la
fuerza impresa y ocurre mientras la fuerza que se imprime incida sobre la
actitud del docente.
Y no
vale cualquier fuerza, tiene que ser una fuerza capaz de producir un cambio
duradero, permanente, que incida directamente sobre la actitud del docente.
Atrás deben quedar las palabras bonitas, los discursos mesiánicos y los
vendedores de humo.
Esa
fuerza provocadora de un cambio necesario en la función docente, ha de ser
capaz de provocar una motivación, una inquietud en el docente, esa motivación e
inquietud que muchas veces exigimos a nuestros alumnos y pocas veces entendemos
que somos nosotros quienes debemos provocarla, creando esa pasión por el
aprendizaje. Pues bien, esa inquietud tiene múltiples facetas también y no se
debe descuidar en ninguna de sus dimensiones.
Inquietud
por:
- superarse, hacerlo cada vez mejor
- formarse, seguir aprendiendo
- dar y compartir, ofrecerse como ayuda y pedirla cuando se necesite
- saber aceptar el error, las limitaciones (no tenemos porqué saberlo todo sobre todo),
- ser curioso, tener espíritu crítico, indagar e investigar,
- autoevaluarse, reflexionar como hemos hecho las cosas, en que hemos acertado y en que hemos fallado
- …
Sólo
de esta manera se consigue crear una actitud diferente, una actitud docente
capaz de hacer frente a los nuevos retos. Qué tenga presente metodologías y
tecnologías emergentes sin abandonar aquellas metodologías y prácticas docentes
que siempre le han funcionado. No debemos abandonar aquello que funciona, sólo
abandonar aquello que no funciona o que se puede mejorar los resultados con
nuevas prácticas o no tan nuevas pero que enriquecen y refuerzan el aprendizaje
de nuestros alumnos.
Tercera ley o principio de acción y reacción
Con toda acción docente, original y nueva, ocurre
siempre una reacción agradecida del discente.
El
principio de acción es muy claro y consecuente con los dos anteriores, sólo con
una acción docente, original, nueva, apasionada, atrevida incluso,
conseguiremos una reacción agradecida y emocionada del discente. Nuestros
alumnos son de lo más agradecidos, sólo falta conectar con ellos, acercarles la
realidad en la que vivimos con un lenguaje cercano y próximo a ellos, con
enfoques novedosos y amenos.
Para
que haya una reacción de este tipo necesitamos una buena acción. Y para dicha
acción no nos vale con creernos los mensajes que lanzan otros en sus discursos,
asistir a muchas formaciones, cursos, charlas y conferencias. Para llevar a
cabo una acción hay que ponerse, hay que lanzarse, aunque eso sí, con
conocimiento de causa, sabiendo lo que queremos, a donde nos lanzamos. Es
triste comprobar que tras ilusionarse en una formación, en un encuentro de
docentes, etc., esa ilusión se pierde, se abandona y no se lleva nada adelante
por dejadez, por rutina, por miedo a lo desconocido, por temor al exceso de
trabajo que ello pueda suponer, etc. Así que no hay que perder la ilusión y
nada más experimentarla ponerse manos a la obra y salir adelante.
Luego,
nos encontramos con que nos habrá podido salir mejor o peor, con quien habrá
que se publicite, que cuente lo que ha hecho, para bien o para mal, y habrá
quien no lo cuente y no por ello no será digno de estar entre los mejores,
entre tantas y tan buenas prácticas docentes que hay por ahí y que no nos
atrevemos a dar a conocer. Pero por encima de premios, reconocimientos, está
todo el bien que hayamos podido hacer en el proceso de aprendizaje de nuestros
alumnos y en el nuestro propio. Que sí, que los premios y reconocimientos están
muy bien y que además sirven para ilusionar y contagiar a otra gente y hacerle
ver que es posible, pero igual de válida es aquella experiencia que ha
resultado ser un fracaso y que alguien o nosotros mismos la contamos, pues de
ella se aprende y también de ella se contagia e ilusiona a la gente, al ver que
no todo es oro lo que reluce. Pero volviendo a esta tercera ley y a lo que en
ella se dice, toda acción no tendría sentido sin ellos, sin nuestros alumnos,
los verdaderos protagonistas, los que reaccionan con su aprendizaje de cada una
de las acciones que llevemos a cabo, y en definitiva es a quien nos debemos, a
quien se debe nuestra profesión docente.
Tal vez podrías añadir la de la palanca "Potencia por su brazo es igual a resistencia por el suyo" y si ponemos el punto de apoyo cerca de los docentes innovadores, inconformistas, positivos y comprometidos, conseguiremos una potencia tal que moveremos el mundo por grande que sea la resistencia.
ResponderEliminarEsta ley tiene mucha relación con el principio áquel de "querer es poder".
;)
Un post genial, Juanfra!
jajajajajaja, genial Juanmi, en el próximo post sobre leyes docentes la incluyo.
ResponderEliminarTodo un honor, viniendo de ti, que te guste mi post.
Un abrazo.