Os habéis preguntado alguna vez ¿cuál sería vuestro centro
ideal?. O mejor incluso, ¿habéis preguntado a vuestros alumnos, a los padres, a
vuestros compañeros de trabajo, a toda la comunidad educativa cómo sería su
centro ideal?
Son preguntas que vienen muy bien tanto a equipos directivos
como a profesores para conocer como queremos que sean nuestros centros,
nuestras aulas, nuestro trabajo.
Una gran mayoría de los implicados, tanto profesores como
alumnos, pasamos más horas en nuestros centros escolares que en nuestras
propias casas. Y dedicamos más horas al proceso de enseñanza-aprendizaje que a
cualquier otra actividad. Está claro que se da un aprendizaje más eficaz,
cuando este se consigue en unas condiciones de estar a gusto, de encontrarse
cómodo, de estar viviendo y experimentando en primera persona ese cambio en
nuestra persona. Actualmente, y cada vez en mayor medida, en la educación estamos comprobando como las metodologías activas cada vez cuentan con más adeptos. Aprender haciendo, por proyectos, con juegos, con clases invertidas, etc.; estamos cambiando la metodología en el aula, y ello exige que también realicemos cambios en los espacios y el mobiliario de nuestros centros.
De ahí la importancia a que nuestros centros, nuestras
aulas, sean lugares donde nos encontremos cómodos, donde podamos aprender a gusto,
sintiéndonos como en nuestra propia casa o mejor, en aquel lugar del que no nos
importaría quedarnos las horas que fuesen necesarias y donde éstas pasasen
volando.
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Foto propia. Col·legi Montserrat - Barcelona |
En esta ocasión, estoy hablando de espacios y mobiliario, un aspecto al que
pocas veces le damos importancia, pero que pienso que es trascendental para el
buen desempeño y una eficaz consecución de cualquier proceso de enseñanza
aprendizaje.
Precisamente, en estos últimos meses se han dado una serie
de coincidencias que me han llevado a plantearme muchas cosas al respecto y de ahí, este post.
Una de ellas es la aparición de unos tweets con sus
correspondientes fotos, en los que compañeros/amigos, hacían ver la necesidad
de un replanteamiento de espacios y mobiliario en las aulas.
Yo, particularmente, sueño con aulas diáfanas, grandes, para
dar cabida a dos de las habituales clases de 25-30 alumnos, es decir, clases
con hasta 60 alumnos, y en las que pudiesen estar atendidos, orientados y
guiados por tres o hasta cuatro profesores. En este espacio habría cabida para
una zona con mesas grupales (para hasta 5 alumnos) orientadas hacia una
pantalla para posibles proyecciones.. En otra zona de la sala habría un pequeño
estudio cerrado donde poder realizar grabaciones de video, de audio, etc, a
modo de estudio. Y dos espacios más, uno a modo de anfiteatro, donde poder
realizar las exposiciones o difusiones de los proyectos que se realizasen por
los alumnos, y otro, a modo de rincón donde pensar, crear, invernadero o
incubadora de ideas (posiblemente con sofás, butacas cómodas o en su defecto,
un espacio con moqueta en el que poder sentarse o estirarse libremente en el
suelo). Las paredes contarían con pizarras, así como las paredes intermedias o
separantes, que serían de metacrilato que posibilitase el poder escribir y
borrar en ellas.
Claro, por soñar, que no quede. Pero la realidad de nuestros
centros es muy diferente y difícilmente podríamos adaptar los espacios actuales
a estas exigencias que propongo. De ahí, que ante el reto, siempre busque
opciones que pueda superar. La creatividad, la inventiva, el repensar los
espacios, las acciones, hacen, porqué no, que piense en salir del aula y
permitir que mis alumnos o yo mismo, busquemos en el centro o fuera de él,
aquellos espacios que mejor se adapten a nuestras exigencias del momento. Un
rincón para pensar bien puede ser debajo de una escalera, o en una esquina del
patio. Un estudio donde grabar audio o video bien pueden ser la biblioteca o
cualquier despacho. Encontrar mesas para trabajo cooperativo y/o en grupo, bien
puede adaptarse el laboratorio o una aula de tecnología que tengan mesas
grupales.
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Foto propia. Col·legi Montserrat - Barcelona |
Otras opciones pasan por trasladar toda la clase a un parque
cercano al centro (en mi caso tengo uno que tiene hasta anfiteatro para las
exposiciones), o bien quitar puertas entre clases que se encuentren pegadas
entre sí facilitando que se pueda trabajar con las dos a la vez, sin distinción
entre ellas y con varios profesores, y así un largo etc. de posibilidades.
Si por otro lado, conseguimos aulas que atiendan a nuestras
necesidades y exigencias, el siguiente paso a dar es el mobiliario.
Precisamente en este punto, he de hablar de la otra
coincidencia que ha hecho que hable de este aspecto y es el coincidir en las
jornadas de Bilbao de AuKEra topaKEta con Federico Giner, empresario del sector
de mobiliario escolar con el que tras estas jornadas he mantenido el contacto.
El sector también es consciente que la educación está cambiando y que con ella
también cambia el modelo de aula y del mobiliario escolar.
No podemos seguir dotando nuestras aulas con las mesas
individuales de ese color verde feo o con las filas de mesas atornilladas al
suelo que aun hoy se siguen poniendo en las aulas de nueva creación de muchas
universidades. Los centros, los alumnos, la educación, está pidiendo a gritos
otro tipo de mobiliario. Más de acorde con las metodologías que se están
utilizando, cada vez más, en nuestras aulas. Más de acorde con la creación de
ambientes más cercanos, más empatizantes con el quehacer de los alumnos y
profesores, y que estos puedan sentirse más a gusto, sentirse cómodos, pues
sólo así conseguiremos resultados positivos.
Por supuesto, habría que seguir hablando de los pequeños
detalles y complementos a añadir en estos espacios o a acompañar al mobiliario:
enchufes o regletas (su número y situación estratégica en el aula), taquillas
dentro o fuera de la clase, luces y lámparas (la iluminación es un aspecto
primordial y que no se debe descuidar en cualquier aula), armarios,
estanterías, el color de las paredes, el tamaño y distribución de las ventanas,
y un largo etc.
Y sí el espacio real se te queda corto, siempre puedes optar por crear tu propia clase virtual en cualquiera de las plataformas de realidad virtual que tenemos a nuestro alcance.
Y por supuesto, también te animo a que dibujes, diseñes tu aula, tu centro. Hay muchas herramientas y apps para hacerlo. Yo por ejemplo, en la imagen que has visto más arriba, he utilizado la aplicación: Room Arranger.
Hace unos días, en El Periódico, se hacía eco de esta realidad que nos acecha: