Esta semana me llegaba un correo a través de una de tantas redes a las que estoy suscrito, un texto sobre el concepto: Anosognosia. Con esto de los “bonito palabros” no hay quien nos pare: Procastrinación, Infoxicación, etc, ahora anosognosia.
Anosognosia: desconocimiento de la propia enfermedad, discapacidad o defecto.
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Y claro, el texto hacía referencia a la anosognosia en el campo educativo, tanto de profesores como alumnos. Incluso hacía referencia a una variante de la anosognosia, el efecto Dunning-Kruger, que cuenta con un artículo publicado en una revista de educación en 1999 en el que se llegaba a la conclusión de cómo las dificultades en el reconocimiento de la incompetencia propia del profesorado llevan a incrementar su autovaloración (autoevaluación). En dicho correo también se dejaba constancia de cómo los estudiantes están menos sujetos a este efecto, pues pueden reconocer sus propias debilidades y vacíos de conocimiento, incluso realizar los ajustes o correcciones que crean oportunas para ponerle remedio, pero también les cabe la posibilidad de seguir culpando a los profesores, los recursos, el sistema o incluso a la mala suerte de su situación o fracaso.
Otra variante de anosognosia en educación es el también llamado efecto de Lake Wobegon o Illusory superiority, en el que no me pararé, pero del que podéis encontrar más información aquí.
En dicha red, otro colega contestaba al correo de la anosognosia dándole la razón, encontrando muy acertado, afirmando que la negación de la patología, nos impide a los docentes realizar las funciones que deberíamos hacer.
Sin embargo, yo creo que no es tan grave ni tan extrapolable a la situación y el proceder de los docentes en nuestro país. ¿Qué estamos diciendo con este término? ¿Qué el problema de no ver nuestra incompetencia nos hace creérnoslo más, creernos mejores y más buenos?
No, no en mi caso. Igual va con las personas, con la personalidad y la forma de ser de cada uno, pero en mi caso, si soy consciente de mi incompetencia en un determinado campo, concepto, etc, me nace un instinto de superación que me lleva a ponerle remedios, a romper barreras, a afrontar el reto de ser competente en ese tema. Y no creo que difiera mucho del resto, pero aún en el caso de que tenga, que la tendrá, una componente intrínseca en querer o no salir de la incompetencia, dudo mucho que el porcentaje de colegas dispuestos a creerse lo buenos que son negando su incompetencia sea tan elevado como para llegar a superar las dos terceras partes del total.
Hola
ResponderEliminarVaya que si nos estan lloviendo cada dia palabras que nos dejan con el la lengua paralizada... anosog... sog... que???
Tenemos que acoplarnos y actualizarnos de lo contrario quedaremos en el ayer.
Muy de acuerdo con usted en que admitimos tal termino con aplicacion a mi mismo, PERO... con el agregado de esta frase
"Si estamos en un cuarto oscuro y decimos que no hay luz es porque alguna vez hemos visto la luz."
Quizas algo parecido ocurre con tal "enfermedad" que padecemos.
Totalmente de acuerdo con el agregado que incluyes en tu comentario, Albino.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tu aportación.
Un placer.
Saludos.